lunes, 21 de diciembre de 2015

Máscara

Máscara
(Texto libremente inspirado en una obra de Margaret Keane)

© Margaret Keane 1963

Todos, absolutamente todos llevamos una máscara y lo hacemos con el fin de protegernos de los demás, de mostrar que estamos seguros de nosotros mismos, de exhibirnos como los reyes del mundo. Pero aunque no queramos reconocerlo, en ocasiones, detrás de aquella máscara de alegría y a veces de arrogancia; se esconden nuestros más oscuros secretos y nuestros miedos. Detrás de nuestro disfraz diario se encuentran nuestras tristezas, nuestras decepciones, nuestros deseos.
¿Cómo es el ser humano en el fondo?  El ser humano, es indescriptible.
 Llora: por la muerte de un familiar, por miedo a lo desconocido, por haber roto una relación amorosa que durante años lo hizo feliz, porque su equipo de fútbol favorito perdió una final o porque la ganó. Llora al presenciar el nacimiento de un hijo mientras lo abraza y le da la bienvenida a este mundo. Llora al ver a su ídolo cantar sobre un escenario. Llora al final de una película romántica. Llora al ver que ha alcanzado una meta o que ha fracasado.
Ríe y Sonríe: al escuchar un chiste, al contar anécdotas del pasado, al ver la típica película cómica junto a sus amigos en el cine de verano, al escuchar al gracioso de su clase o trabajo, al ver como alguien se cae de la forma más tonta en el sitio menos indicado. Sonríe, al ver a la chica o chico que le gusta. Sonríe por complicidad, porque sí, porque se despertó feliz. Se ríe mientras da volteretas en el parque con otros niños...
Espera: Al amor de su vida, a un colega con el que ha quedado, a que alguien le pase el balón de fútbol, el tren por la mañana, por la tarde y por la noche. Espera ganar la lotería, ascender en su trabajo.  Espera a que le sirvan la comida, a que lo atiendan en un banco, o en el supermercado; espera a que empiece la función o el partido. Espera a la muerte, que aunque no queramos, llega...
Tiene miedo: a no ser amado, a la oscuridad, a los monstruos de las películas de terror, que lo engañen, que le rompan el corazón. Tiene miedo enfermarse, al doctor, al dentista; algunos hasta al peluquero, o a las agujas, insectos y fantasmas del pasado.
Esconde: desde los secretos más pequeños, hasta los más grandes e inconfesables.  Esconde cicatrices, tatuajes, arrugas...Esconde sentimientos tanto buenos como malos. Esconde sueños: como poder volar, conocer el mundo entero, ser el mejor en todo, vivir trabajando en lo que más le gusta;  algunos incluso sueñan con poder soñar.
El ser humano, es así de profundo, y si seguimos escudriñando en sus entrañas sacaremos mucho más de aquello mencionado anteriormente. Creo que no somos justos con nosotros mismos cuando nos limitamos a una simple máscara igual a la que llevan los demás, por el simple hecho de pasar desapercibidos. Nuestros defectos, o las cosas que nos hacen diferente al resto, son nuestras verdaderas virtudes.
Así que si quieres llorar y no lo haces por miedo a lo que piensen o digan los demás de ti; hazlo, llora, siente cada lágrima caer por tu rostro. Pensar en lo que puedan decir de ti, no es una buena excusa para olvidar quien eres realmente y ser feliz a tu manera.
Tira tu vieja máscara y quémala. Luego sal a la calle y disfruta de la vida y de cada una de las cosas que la hacen especial: un amanecer, un atardecer o un anochecer en el que puedas contemplar como la luna llena, te ilumina el rostro entero. Goza con todos los espectáculos de este mundo porque cuando llegue el momento en el que lo tengas que abandonar, sería una pena que no lo hayas explorado y disfrutado al máximo.
Una sola persona puede cambiar muchas cosas y la historia ha dado claros ejemplos tanto buenos como malos. De ti depende ser igual o diferente al resto de las siete mil millones de personas que viven en este planeta.

© Santiago Molina Solano.

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